Los asilos suelen ser centros educativos a la vez, donde los solicitantes de asilo aprenden las primeras letras y, en general, un oficio: también lo hacen las guarderías inglesas y las escuelas infantiles italianas. Don Amadeo I fundó en Madrid, a orillas del Manzanares, un asilo destinado a acoger a los hijos de las lavadoras. Las guarderías estaban reguladas en España por el Real Decreto de 3 de agosto de 1853, que las establecía en las capitales de provincia bajo el régimen administrativo de los centros de asistencia municipales. El primer asilo madrileño de este tipo recibió el nombre de la princesa de Asturias, a cuya protección se le confió.
Numerosos asilos de niños han adquirido la forma y el nombre de Colegio Orfe, destinado a acoger e impartir educación primaria y secundaria a los huérfanos de funcionarios públicos, con cuyas cuotas y aportaciones voluntarias se alimentan. Del mismo modo, muchos de los antiguos manicomios, dedicados a niños delincuentes, entre ellos Asil Duran de Barcelona, se han convertido en los actuales reformadores, como el ultramoderno de Amurrio (Álava, España).
Otra forma de asilo son las Casas de la Misericordia, donde se acogen huérfanos y niños desvalidos, así como personas mayores y discapacitadas que no disponen de recursos para mantenerse. Los refugios o refugios nocturnos también disponen de una forma especial de asilo, proporcionando alimentos y alojamiento temporal a todos los que lo necesitan.
En el cuidado de estos centros de caridad algunas congregaciones religiosas han jugado y siguen jugando un papel muy importante, en particular las Hermanas de los Pobres, que, dispersas por el mundo, dedican todas sus actividades al cuidado temporal y espiritual de los pobres. personas mayores, ambos sexos.
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