Su cola moviéndose sin frenos mientras que chapotean en el agua, sus carreras por la orilla persiguiendo una pelota o sus lengüetazos demostrándonos que están gozando del verano tanto o mucho más que nosotros. De esta manera, solo contamos una alternativa: irnos de vacaciones con nuestras mascotas. ¿Tienes ganas de saber dónde gozar de la naturaleza, el mar y la compañía de los pilosos sin inconvenientes? Te planteamos 5 viviendas rurales en la playa que aceptan perros. Lindas a conocer, distintas, con un sinfín de proposiciones, unas vistas de infarto y fanáticos de los animales. ¡Irrealizable decir que no!
Pontevedra
Hotel O’Pazo, Vigo. Fotografía: Booking
La provincia de Pontevedra agrupa varios de los sitios mucho más turísticos de toda Galicia, quizás por tal razón hay un elevado número de hospedajes que aceptan mascotas sin ningún género de coste agregada o abonando un suplemento mínimo por su estancia. Todas y cada una estas localidades pontevedresas proponen al turista lo destacado de la naturaleza, el contraste entre los panoramas de mar y montaña; promociones de cultura, patrimonio histórico y una insuperable gastronomía gallega. Al fin y al cabo, el ambiente idóneo para gozarlo en compañía de la mascota.
¿Qué puedo llevar a cabo en Santiago de Compostela con mi perro?
El primordial fundamento por el que Santiago de Compostela es un destino tan buscado hay que a su conocida catedral. Aquí viajan cientos de peregrinos anualmente, entre aquéllos que asimismo están, por qué razón no, los perros.
No obstante, si bien su mascota no tenga permiso dentro de la catedral, sí va a poder recrearse con la hermosura exterior de esta pieza maestra de la arquitectura. Y sucede que la Santa Apostólica y Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Compostela se considera Bien de Interés Cultural, con lo que es un ubicación de visita obligatoria.
Chalet de 3 cuartos y 3 baños con piscina climatizada en Pinar de
Quizás uno oyó la oración murmurada por los feligreses que van de la iglesia, o la oyó de labios del propio cura , que se enfrentamiento con su casulla en el vestíbulo, o en las pistas de golf y tenis, o en la superficie protegida donde el jefe del conjunto Audubon padece el horrible malestar del día después.
Su historia no le limitaba, y el exitación que conseguía de esta observación no se explicaba por la sugerencia de evasión. Le parecía ver, con el ojo de un cartógrafo, esa hilera de charcas, ese arroyo prácticamente subterráneo que atravesaba el condado. Había hecho un hallazgo, una contribución a la geografía actualizada; en homenaje a su mujer, llamaría a este curso de agua Lucinda. No le agradaban las gracietas pesadas y no era estúpida, pero era precisamente original y tenía un concepto indefinida y modesta de sí como figura histórica. Hacía un día hermoso y se le ocurrió que nadar a lo largo de bastante tiempo podría ensanchar y exaltar su hermosura.